"La celebración del Misterio pascual, la contemplación alegre de la Resurrección de Cristo, que vence el pecado y la muerte con la fuerza del Amor de Dios es ocasión propicia para redescubrir y profesar con más convicción nuestra confianza en el Señor resucitado, el cual acompaña a los testigos de su palabra obrando prodigios junto a ellos. Seremos verdaderamente y hasta el fondo testigos de Jesús resucitado cuando dejemos trasparentar en nosotros el prodigio de su amor: cuando en nuestras palabras y, aún más, en nuestros gestos, en plena coherencia con el Evangelio, se podrá reconocer la voz y la mano del mismo Jesús."
Benedicto XVI, catequesis del martes 13 de abril de 2010