"Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis"
Juan 3,1-15
El jueves santo lo hemos celebrado en nuestra parroquia de San Francisco con el tradicional lavatorio de pies y la conmemoración de Nuestro Señor Jesucristo.
Nuestro párroco en su homilía nos ofreció una reflexión comparativa entre el Evangelio y nuestro mundo y su libertad. Damos unas pinceladas sobre su homilía:
" Por un lado el lavatorio de Jesús, gesto impresionante de Dios que se pone al servicio de los hombres. De ahí nace el mandato del amor fraterno. La posibilidad de construir otro mundo herido, empezando por la vida y el corazón de cada uno"
"El otro gesto del evangelio es la traición de Judas. Es el mundo caído del momento presente, lleno de hambre, guerras, injusticias. Un mundo para el que nosotros no valemos nada, somos solo número en la economía, una víctima mas de un atentado terrorista, etc Sin embargo para Jesús, somos la construcción del Reino de Dios, somos la vida por la cual Él entrega la suya."
Después de la homilía, nuestro párroco realizó el gesto tradicional de lavar los pies con una jofaina y una toalla como lo hizo Jesucristo a doce personas de nuestra comunidad. Como signo de amor fraterno de un desinterés cristiano.
Por último, después de la comunión se traslado en compañía de todos los fieles al Santísimo Sacramento en procesión hacia la ermita de San José para que el Señor esté la noche entera y la mañana del Viernes Santo disponible en el monumento.