FELICIDADES A TODAS
LAS MUJERES TRABAJADORAS.
A LAS RECONOCIDAS OFICIALMENTE CON NÓMINA
Y A LAS QUE SE DESGASTAN
CON LA ÚNICA RECOMPENSA
DE SABERSE ÚTILES EN LA VIDA DE LOS DEMÁS.
Y, POR SUPUESTO, FELICIDADES A TODAS LAS MUJERES TRABAJADORAS DEL EVANGELIO,
QUE ENTREGAN SU TIEMPO Y CUALIDADES
A LA VIDA PARROQUIAL EN MÚLTIPLES TAREAS,
CON LA ESPERANZA DE TRANSFORMAR EL MUNDO.
Para ustedes, este trocito del Concilio Vaticano II, hace ya 40 años pero que sigue gozando de actualidad:
«Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga» .