(NOTICIA TOMADA DEL BLOG DEL SEMINARIO DIOCESANO DE TENERIFE)
Dos equipos diferentes, pero con un solo Míster.
Hoy, a través de una experiencia futbolística, ha tenido lugar una oportunidad de encuentro entre el Seminario Diocesano y los jóvenes de las parroquias de Sta. Cruz de la Palma.
Cada equipo, antes de salir al campo, inventaba curiosos gritos de guerra y planificaba con mucha emoción las jugadas; todo ello señal de que los ánimos estaban bastante altos y de que la experiencia daría mucho de sí.
El partido no fue una encarnizada lucha entre equipos profesionales ni mucho menos, al contrario, no fue más que un juego bastante amistoso entre jóvenes cristianos que lejos de buscar la victoria buscaban nada más y nada menos que encontrarse y disfrutar lo más posible.
Y es que el resultado final fue lo de menos porque, a pesar de que ganó el Seminario (y por los pelos), la victoria no se la llevó ninguno de los dos equipos, más bien la partida la ganó el de siempre, Jesús, que ya saldó la victoria hace muchísimo tiempo. De todas maneras, aunque se trate de dos equipos distintos, ambos cuentan con el mismo Míster, y ése, como de costumbre, nunca planificaría ninguna mala jugada.
Cada equipo, antes de salir al campo, inventaba curiosos gritos de guerra y planificaba con mucha emoción las jugadas; todo ello señal de que los ánimos estaban bastante altos y de que la experiencia daría mucho de sí.
El partido no fue una encarnizada lucha entre equipos profesionales ni mucho menos, al contrario, no fue más que un juego bastante amistoso entre jóvenes cristianos que lejos de buscar la victoria buscaban nada más y nada menos que encontrarse y disfrutar lo más posible.
Y es que el resultado final fue lo de menos porque, a pesar de que ganó el Seminario (y por los pelos), la victoria no se la llevó ninguno de los dos equipos, más bien la partida la ganó el de siempre, Jesús, que ya saldó la victoria hace muchísimo tiempo. De todas maneras, aunque se trate de dos equipos distintos, ambos cuentan con el mismo Míster, y ése, como de costumbre, nunca planificaría ninguna mala jugada.