lunes, 19 de marzo de 2012

¡FELIZ DÍA DEL SEMINARIO FRAN! ¡NOS ACORDAMOS Y REZAMOS POR TI! SEÑOR, CUÍDALO Y REGÁLANOS MÁS SERVIDORES...


   ¡Hola! Me llamo Francisco, tengo diecisiete años y soy seminarista de la parroquia del Pilar y Santiago  apóstol  junto a la parroquia hermana de San Francisco de Asís de Santa Cruz de La Palma. Y quisiera compartir como fue la llamada que me hizo Dios para mi más apreciado tesoro: mi vocación.
   Todo empezó en una semana santa , yo tenía diez años nada más y acompañaba a mis hermanas a ver los pasos de la semana santa de mi ciudad y entonces en una de estas me fijé en una figura que muchas veces pasa desapercibida: el monaguillo. A mucha curiosidad pregunta con inocencia quien era ese niño vestido de blanco y mi hermana sencillamente me respondió: un monaguillo. Entonces  solo dije: pues yo también lo quiero ser.
    Entonces comentándolo con mis padres, empecé a serlo (para los de mi parroquia si recuerdan bien fue en la época de párroco con Don Juan López Hernández).  Pasaron los años, y en el año dos mil cinco, Monseñor Felipe Fernández cambió a Don Juan López como párroco a la comunidad a la cual yo pertenezco por  un sacerdote (que para ver la grandeza de Dios) era el antiguo director espiritual del seminario menor: Don Manuel González Marrero.
Por diversos motivos, ya me empecé a alejarme de la Iglesia y quitarme por así decirlo el título de monaguillo. Pero en un día como cualquiera, el nuevo párroco me llamó para tener una conversación conmigo en la cual acepté.
    En la conversación me nombró un nombre del cual nunca había escuchado: “seminario” y cuando supe para que era, le dije una clara palabra: NO.
    Pasó el tiempo, y me insinúo el mismo tema pero yo le dije que prefería ser otra cosa menos sacerdote.
   Y como dicen, a la tercera va la vencida. Me llamo por tercera vez y me convenció solo cuando dijo: Te pago billete y todo cuanto contenga. Y pensé: “Ver, pero no tocar”.
   Claro que… Dios siempre gana. Cuando pasé el fin de semana en el seminario a modo de convivencia, mi mentalidad cambió.  Pero no del todo, y estaba indeciso, si escoger otra camino, pero no este. 
    Julio del 2007, faltaba una semana más o menos para el cursillo de discernimiento,  y estaba en la capilla rezando y preguntándome: ¿y por qué no? ¿Porque no escoger el camino diferente e ir contra corriente? Claro que, siempre venía el : acabarás mal, no es lo tuyo… te meterás en un lío, perderás años por nada ¿ VALE LA PENA…?
    Entonces dije: Señor, si tú me llamas, es que merece la pena.
    Así el 13 de septiembre del 2007, no era un joven normal y corriente, sino contracorriente y diferente solamente por una cuestión: Dios me ha llamado para algo GRANDE, el sacerdocio.
   Ya llevo cincos años, cincos años con sus alegrías y tristezas, caídas y levantamientos con la fuerza de la oración de muchas personas a la cual debo o mejor dicho sumándome a mis compañeros de mi seminario DEBEMOS, junto a este agradecimiento pido, que recen por nosotros y por los próximos, si nadie no hubiera rezado por jóvenes dispuestos a la llamada yo a una fecha actual yo sería un joven sin mi gran tesoro: Mi vocación.
¡Muchas gracias y que Dios le bendiga!